“La niña que fue Cyrano” - Una obra para disfrutar y aprender con las infancias.
La niña que fue Cyrano es un texto de Guillermo Baldo, joven dramaturgo cordobés, que interpreta en versión unipersonal la artista correntina Nadia Quintana con dirección de Alejandro Bonello. En la obra cuentan un fragmento de la historia de Valentina, una niña que defendía su derecho a jugar libremente.
Valentina recuerda a sus amigo/as
de la infancia, y cada una de esas historias es una lección de amor. También aparecen
en sus recuerdos, mujeres adultas que la fueron marcando, y cada una de esas anécdotas
se afirma en valores para infancias felices: respeto a la identidad, valentía
para enfrentar verdades y libertad para que cada persona dibuje su propia
historia.
Todos esos fragmentos están
unidos por las mudanzas de sus amigues a otros barrios, que será el tema que
sostiene el drama en la vida solitaria de Valentina. Dándole cuerpo visual a
ese leitmotiv, la puesta tiene una escenografía destacada: el barrio de la infancia
de Valentina está compuesto por islas -hechas con cajas de mudanza- que
sostienen casitas de madera.
La misma actriz que encarna a
Valentina, también interpreta al resto de las personas que va recordando. La
característica de los unipersonales, es que la actriz o el actor, realizan el pasaje
de un personaje a otro frente al público. Para eso Nadia se abastece de objetos
que retira de cada casita y con ellos se transforma, apoyada con mucho
profesionalismo en el uso de la voz.
Algo en La niña que fue Cyrano me llevó a revisar Fragmentos de un discurso amoroso de Ronald Barthes. Ese algo
seguramente es la presencia de las cartas que van y vienen. Barthes utiliza
fragmentos de diversos orígenes para construir su obra, y muchos de ellos,
deviene de su lectura de Las penas del
joven Wether de Goethe, una novela epistolar que data de dos siglos y
medios atrás. Valentina, como Wether y el Cyrano, también escribe cartas.
Valentina usa la memoria y trae a
escena fragmentos de la construcción de su propia subjetividad amorosa, con la
frescura de la niñez que se resiste a los mandatos y al “deber ser”. Descubre
que el amor no tiene género, que la amistad existe, que hay ausencias que
duelen y miradas presentes, que no siempre son explícitas.
Ojalá
que esta obra recorra muchas escuelas correntinas, que sensibilice a las
personas adultas y que las infancias de Corrientes, también puedan crecer en
libertad y escribir sus propios finales. Y ojalá que nunca dejen de escribirse
cartas.
Ficha técnica:
Actuación: Nadia
Quintana
Dirección:
Alejandro Bonello
Asistencia de
dirección: Nancy García
Diseño de luces:
Agustín Soto
Diseño
escenográfico: Mau Vila
Asistencia técnica: Laura Quiñones
Próximas
funciones en Corrientes:
Domingo 10 de julio
– 17 hs. Teatro de la Ciudad (Pasaje Villanueva 1470)
Sábado 16 de julio
– 18 hs. Teatro de la Biblioteca Mariño (Santa Fe 847)
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