Poner en escena lo indecible. Crítica de “Asunsueño, melodrama clown inspirado en la guerra de la Triple Alianza”


Foto: Rosario Ganora

La génesis

La Guerra de la Triple Alianza para la historiografía tradicional, la Guerra Grande o Guerra Guasú como la llaman los Paraguayos, fue el conflicto bélico más cruel de la historia de América Latina y duró casi 6 años. Sin embargo, cuando revisamos nuestro conocimiento, somos muchos quienes coincidimos en que sabemos muy poco al respecto; ni siquiera quienes crecimos en estas latitudes del nordeste argentino, incluso en Corrientes, uno de los territorios protagonistas del conflicto. ¿Por qué en las escuelas no se enseña mucho sobre esto? ¿Será para dejar la mugre debajo de la alfombra? Si así fuera, en algún momento alguien la corre y aparecen fragmentos del horror que a veces parece indecible; sin embargo en el mundo existen muchas formas de contar, que no solo pasan por las palabras.

Así fue que el elenco correntino Los Clowns del Pasaje, crearon Asunsueño, un melodrama clown que cuenta la historia de una familia paraguaya que se va diezmando –al igual que todo su pueblo- durante la Guerra Grande. Cuatro actores entrenados en la técnica del clown y dirigidos por Marianela Iglesia, ponen sus cuerpos y emoción a jugar en escena: Gerardo Barrientos, Franco Greve, Ana Laura Pereyra Coimbra y Adriana Villar.  

Esta obra es una creación colectiva que surge en el año 2018 a partir de una asistencia de perfeccionamiento técnico que tomaron con Julieta Daga. La maestra les dio una tarea para comenzar a trabajar el género melodramático: investigar cual fue la mayor tragedia de la región a principio del siglo pasado. La potencia del horror no les dejó margen de dudas de que esa gran tragedia fue unos cuarenta años antes de lo que indicaba la consigna; la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870).

Otra voz importante durante el proceso de creación fue la de Luciano Delprato; durante el 2019 realizó en todo el NEA una “Clínica de dirección teatral y puesta en escena” en la que también participó el elenco[1]. Tomando algún fragmento del libro Un apartamento en Urano del filósofo Paul Preciado, Delprato le puso palabras potentes al quehacer del elenco: “Ellos dicen representación. Nosotros decimos experimentación. Dicen identidad. Decimos multitud. Dicen autonomía o tutela. Decimos agencia relacional y distribuida. Dicen lengua nacional. Decimos traducción multicódigo. Dicen domesticar la periferia. Decimos mestizar el centro.”


La obra

El foco de atención para crear la obra lo pusieron en la batalla de Acosta Ñu, el episodio más inescrupuloso de esta historia. Sucedió el 16 de agosto de 1869, cuando unos 20.000 solados brasileños pelearon contra 3.500 niños paraguayos, quienes murieron casi en su mayoría; 150 años después, el 16 de agosto de 2019, Los Clowns del Pasaje estrenan Asunsueño.

Lo primero a lo que nos enfrentaremos será al flyer o programa de mano lleno de información explícita, como implícita en su bello dibujo a mano alzada. A priori pueden sonar incompatibles los dos géneros que figuran en el subtítulo de la obra: “Melodrama clown inspirado en la guerra de la Triple Alianza”; si eso sucede y llegamos a la sala con un primer cuestionamiento o incomodidad, el arte ya está operando. El melodrama contiene la historia, ya que los temas de base del género son la muerte, la guerra, el hambre, el amor a la tierra, a la patria. La maestra Cristina Moreira dice en el libro Las múltiples caras del actor:

“Esa sería la angustia existencial que nutre el melodrama: el cambio que produce el límite entre la vida y la muerte, entre la paz y la guerra, entre la sociedad y la revolución, entre la ciudadanía y la dominación”.

En Paraguay se conmemora el Día del Niño el 16 de agosto en homenaje a los mártires de la Batalla de Acosta Ñu; Moreira, que es una de las grandes maestras argentinas de clown, dice en su libro que “el clown se construye desde el yo borrado, desde el ingenuo.” Sin ánimos de ser literales, tomamos este disparador para pensar que tal vez, Los Clowns del Pasaje tenía un as en la manga, esta técnica que puede ser una de las pocas formas de enfrentarse teatralmente a un hecho tan abyecto, que sin duda incomoda.

Foto: Eduardo del Valle

La construcción sonora de la obra es muy relevante en todos sus planos. Por un lado, la presencia musical característica del melodrama, evoca la melancolía de un tiempo perdido y le da un aire de película a ciertas escenas; la selección musical resalta el acento regional con un arpa paraguaya que acompaña el reclutamiento de la familia, o con un cierre al ritmo del acordeón del Chango Spasiuk y la percusión tan conmovedora. Por otro lado, el uso de las voces de los actores y del lenguaje a través del juego, expresan la diversidad cultural de la región y posibilitan poner en escena aquello de lo que, como mencionábamos, no solemos hablar. El guaraní que aparece como prólogo, el castellano con sus diversas tonadas del Mercosur, un portugués angaú, los sonidos del monte que salen de las gargantas de los payasos y la utilización del grammelot para representar a la pachamama, entidad que no es exclusiva de aquí, ni de allá.

Los actores visten unos mamelucos que les otorgan libertad de movimiento para poner sus cuerpos al servicio de juego actoral. La simpleza de estas prendas guarda la capacidad de movilidad del signo; es vestuario orgánico que muta con los accesorios que le van poniendo, también es biombo y telón, sus colores se mimetizan con la época de guerra, con el territorio y su geografía.

Los espacios representados que incluyen el hogar de la familia, el campo de batalla, el (no) lugar misterioso de la Pacha, el hospital, el monte y el espacio virtual representado de Asunsueño, están muy bien trabajados a partir del diseño lumínico y los objetos. Los cuatro actores están en escena durante toda la función, y con mucho oficio y creatividad Ariel Courtis diseño un código lumínico que va marcando poéticamente situaciones, sectores, emociones y separando los planos terrenales, de los mágicos y de las escenas de batalla[2].

El espacio escénico además se construye con objetos que son manipulados por los personajes. Dos cajones de Coca - Cola son los signos móviles y adaptables que organizan en gran parte los espacios de la acción: desde el monte al hospital, del palenque al rancho. La dialéctica negativa adorniana propone dejar en evidencia las contradicciones de la realidad y en ese sentido (salvando el origen Norteamericano que dista del Británico involucrado en la guerra, pero ambos imperios al fin), estos cajones parecieran que además de su utilidad escénica, vienen a evidenciar estos contrastes entre una forma y otra de producción, entre la autonomía de un pueblo y una crueldad ilimitada.

Otro de los objetos significativos que aparecen en escena como un personaje más es una gallina de trapo, amiga inseparable del niñe inocente que es llevado al campo de batalla. Un muñeco en escena vive a través del cuerpo y voz de un actor, connota una ausencia, y paradójicamente es el personaje que sobrevive, que se queda, que espera y que acompaña; una ausencia presente de los niños que se fueron quedando sin pares, sin familia, sin vida.

La recepción

Asunsueño no es una obra más para ningún miembro de Los Clowns del Pasaje; no solamente por el proceso de creación colectiva que tanto valor tiene, sino porque entienden su relevancia social, aquella que se percibe internamente en el grupo, y en la recepción de la obra.

Casi todos los miembros del elenco son descendientes de paraguayos, y quien no, al menos tiene un vínculo cercano con aquel país por las influencias vecinas con su localidad de origen. Así increíble cómo suena, algunos de ellos cuentan que descubren este vínculo recién en el proceso de investigación de la obra, o por lo menos fue ahí cuando lo llevaron al plano consiente. A partir de estos quiebres individuales que son fruto del profundo trabajo que plantea la directora del grupo, todos fueron apropiándose de la obra, de sus propias historias y subsanando las rivalidades históricas -que muchos han vivido en carne propia en diversos ámbitos o situaciones- entre Chaco y Corrientes, entre Argentina y Paraguay.

Estos conflictos se dejan entrever también en la recepción de los espectadores. Por ejemplo, al final de una función que se realizó en la ciudad de Corrientes, una pareja paraguaya confesó que cuando vieron el anuncio de la obra, decidieron ir a verla dispuestos a pararse en medio de la función a gritarle al elenco y al público “genocidas”; sin embargo disfrutaron y se emocionaron con la propuesta. Vale en este punto recordar, en palabras de John Berger, la potencia del arte:

 “No puedo decirte qué hace el arte y cómo lo hace, pero sé que a menudo el arte ha juzgado a los jueces, vengado a los inocentes y enseñado al futuro los sufrimientos del pasado para que nunca se olviden. Sé también que en ese caso, los poderosos le temen al arte, cualquiera sea su forma, y que esa forma de arte corre entre la gente como un rumor y una leyenda porque encuentra un sentido que las atrocidades no encuentran, un sentido que nos une, porque es finalmente inseparable de la justicia. El arte, cuando obra de ese modo, se vuelve un espacio de encuentro de lo invisible, lo irreductible, lo imperecedero, el valor y el honor”.

Continuará…

Durante el 2019 Asunsueño se presentó en salas y colegios secundarios de la ciudad de Corrientes, ganaron la Fiesta Provincial del Teatro de ese año y fueron seleccionados para el Catálogo del Instituto Nacional del Teatro. Luego del freno de mano abrupto que nos puso la pandemia el año pasado, lograron reestrenarla a principios del 2021 haciendo algunas funciones en Corrientes y Resistencia que dada la coyuntura actual, vuelven a frenarse. Sin embargo, tienen planificadas funciones en el interior de la provincia de Corrientes, en Chaco y en Misiones con fecha a concretar apenas la situación actual lo permita, por ello recomendamos seguirlos en sus redes para estar atentos a esas noticias: @losclownsdelpasaje en Facebook e Instagram.

 

Ficha técnica:

Diseño y realización de escenografía: Los Clowns del Pasaje

Realización de vestuario: Andrea Espíndola

Diseño y operación de iluminación: Ariel Courtis

Ilustración y Diseño: María Eugenia Kusevitzky

Asistente en ética payasa: Julieta Daga

Dirección: Marianela Iglesia

Actores payasos:

Gerardo “Gregorio” Barrientos - Soldado Da Silva

Franco “Estoico” Greve - El Padre

Ana Laura “Saturna” Pereyra Coimbra- Hij

Adriana “Tacuara” Villar - Pachita



[1] Entrevista a Luciano Delprato sobre la clínica y algunas impresiones del NEA http://teatroenelnea.blogspot.com/2019/10/la-fuerza-de-lo-colectivo.html

[2] En relación al diseño lumínico de la obra puede leerse esta entrevista a Ariel Courtis http://teatroenelnea.blogspot.com/2019/12/el-sentido-poetico-de-la-luz-en-el.html

Esta crítica se publicó el 3 de junio de 2021 en NEACONATUS

Comentarios