El arte como herramienta de transformación social - ENTREVISTA A LAURA VIRGILE



Hubo en Corrientes en los últimos años una reconfiguración de la escena teatral local con nuevos dramaturgos/as, actores y actrices, productores/as, pero sobre todo nuevas formas de concebir en hecho teatral buscando otras poéticas.

Surgieron muchos proyectos independientes y autogestivos de creaciones colectivas en espacios alternativos que incorporaron la calle como espacio escénico de interacciones o propuestas interdisciplinarias donde existieron miradas críticas sobre la realidad social o política local y regional.

El director y dramaturgo brasilero Augusto Boal, creador del “Teatro del oprimido”, fue quien sembró una de las semillas de este estilo de teatro comprometido con la sociedad que habita. Introdujo durante su exilio en la Argentina (1970-1975) el teatro invisible, que como toda su estética, es un teatro de transformación social que estimulaba la cultura propia de los sectores oprimidos de cada pueblo. 

Aquello que Bertold Brecht llamo distanciamiento, la capacidad política de transformar al público y al entorno, Boal lo lleva al extremo poniendo al teatro en el contexto público, haciendo estallar las formas artísticas tradicionales. 

Aquella novedad poética que surge en una Sudamérica con un clima de efervescencia social y política que dejó huellas profundas, tiene su eco también en nuestra región. 

Nuestra entrevistada, Laura Virgile cree y da testimonio que confía en las creaciones colectivas y horizontales que en algunos casos entran en interdependencia con los procesos sociales coyunturales. 

"Obra en destrucción", la performance relacionada con el derrumbe del edificio donde murieron ocho obreros en la ciudad de Corrientes, es un claro ejemplo de toma de posición ante un hecho trágico, donde además uno de los performers es albañil. 


Laura nació en Zárate en 1978. Mujer litoraleña y madre de Mauro, vivió siempre cerca del río Paraná. Es profesora de teatro en escuelas públicas de Corrientes, también es actriz y performer y como tal ha participado en muestras, encuentros y ferias, provinciales y nacionales. 

Miembro fundadora de los colectivos artísticos, Situación de Calle y Sherezades del Paraná y del Programa Marabunta. Participó de talleres literarios a cargo de Elena Zelada de Fiorio, María Laura Riba. Vanesa Miño y Patricia Suarez. Desde el año 2015 integra el taller literario Queserraye, a cargo de Maia Eirin en Extensión Universitaria.

Lejos de los discursos políticos oficiales o dominantes sus propuestas operan en clave de discordante de lo establecido tanto en sus trabajos en dramaturgia o como poeta.

¿Cómo es escribir teatro?

Siempre digo que la dramaturgia se me escapa, ando atrás de ella hace muchos años y algunas cositas logro hacer, pero todavía estamos en el intento, es algo que me gusta, seguir intentando.

El intento es algo siempre inacabado ¿no?

Si, todavía siento que tengo mucho camino para recorrer, por suerte me voy encontrando en el camino con gente que me acompaña lindo, bien y me ayuda muchísimo. Este año tomé un taller con Patricia Suarez y otro con Gladys Gómez. Hice una beca con Mauro Santamaría hace algunos años así que vengo lento, más tropiezos que otra cosa pero me siento muy bien acompañada, siempre con gente que me alienta a seguir.

Sos dramaturga y actriz, ¿Cómo te llevas con el texto dramático y la actuación o el cuerpo que pone el actor para contar una historia? ¿Cómo son esos vínculos?

Son experiencias diferentes. Me pasa como actriz que cuando voy a actuar en algo me entrego, y es confianza absoluta y soy re obediente, no se los directores por ahí dirán lo contrario, pero tengo esa tranquilidad, he tenido la suerte, la ventaja, el lujo de poder trabajar en proyectos que me han gustado muchísimo, que me ha permitido entregarme con mucha confianza a lo que las directoras o los directores proponían. Creo que el actor no tiene que estar solucionando mayores problemas más que los de su personaje en escena; y de repente la dramaturgia es diferente porque tiene que ver con el todo, con el lugar, con los vínculos entre los personajes, de los personajes con el espacio, la historia, si hay algún vínculo con otra historia, que elementos de la semiótica se ponen en escena o no, son diferentes las propuestas. También diferente esto del momento en que uno lo trabaja en soledad, al momento en que uno lo comparte, en mi caso con mis maestros, con otros colegas del teatro, eso es fundamental para mí, porque ahí sigue creciendo el texto. No me ha pasado esta experiencia de escribirlo y decir “ya está”, al contrario, termino de escribirlo y necesito esa devolución de estos referentes pares, para seguir trabajándolo y lo sigo trabajando mucho más. Y después, por otro lado también me ha pasado de integrar más cosas…nace un poco por necesidad de la dramaturgia si se quiere. Como docente me pasa de estar todo el tiempo de la búsqueda de textos para trabajar con mis alumnos, más allá de que en la escuela se trabaja mucho a partir de la improvisación y de los textos que generan los propios chicos, aun cuando los chicos generan, llega un momento que hay que volcarlo al papel, entonces esa experiencia también me obliga a estar pensando en cómo escribirlo, cómo generarlo. Dramaturgia para las escuelas hay muchísima, pero de repente es dramaturgia pensada para profesionales, para actores, entonces hay que hacer una reescritura que la hacemos con los chicos para jóvenes que no se dedican a la actuación sino que lo viven unas horas a la semana de esa experiencia en la escuela. Eso por un lado, y después tuve también el lujo de pertenecer a algunos colectivos artísticos de propuestas teatrales donde generábamos propuestas de creación colectiva, y siempre tomé la posta de volcarlo al papel, entonces ha sido un ejercicio para mí muy importante eso. Es el caso por ejemplo de “Situación de calle” que fue una experiencia que hicimos de teatro callejero y yo era la que tomaba la posta de volcar al papel eso que generaba el grupo. Y lo mismo con otra experiencia que tuvimos que mezclaba el teatro con la narración oral y los cuentos que era “Sherezades del Paraná”. También era un colectivo, autogestivo, transversal. Nos repartíamos los roles y yo, por afinidad, por gusto, por tiempo, por muchas cosas terminaba tomando esa posta, lo que trabajamos en el encuentro físico, de improvisaciones, de lecturas y demás, lo volcaba a la escritura. Y eso también da de alguna forma, oficio, un vínculo con la palabra escrita que ayuda mucho.

Contanos algo más de “Situación de calle”, porque nos parece una experiencia inédita en la ciudad de Corrientes. ¿Cuáles eran las temáticas y cuál era la propuesta?

En ese colectivo trabajamos junto con Viviana Amarilla, Sergio Orrego y en sus comienzos también estuvo María Rosa Ducic, y siempre amigues que se han sumado a las propuestas. Era una experiencia pensada exclusivamente para la calle. De hecho teníamos como bunker a veces mi casa como para generar un poco de cosa, buscar materiales y demás pero después íbamos a ensayar a la calle. Teníamos una línea de intervenciones en donde íbamos jugando con el público a lo largo de nuestro recorrido o en el lugar que elegíamos, después una cuestión más performática en donde de alguna forma o por un momento hacíamos como una cuarta pared y luego la ruptura hacia el público, pero todo era pensado para la calle. No porque sintiéramos que no nos daban lugar en las salas, al contrario, súper agradecidos siempre con los colegas de los grupos y los que trabajan en salas, nuestra búsqueda era hacia la calle, hacia el vértigo, la adrenalina que da la calle, la transversalidad que da la calle, no hay butacas numeradas, no hay nada y el público es genuino, si se engancha se engancha y si no nada lo obliga a quedarse ahí. Entonces, realmente ahí como actores es fantástico, requiere entrenamiento, requiere que el grupo sea unido, que tenga muchas herramientas de comunicación, desde lo físico, lo corporal, lo visual, gestual, todo… la verdad que extraño muchísimo y creo que mis compañeros también. Era un proyecto transversal, no había uno que dirigiera, por ahí rotábamos un poco los roles según la propuesta pero era un trabajo colectivo.



El teatro, además de ser poético, es político en un sentido más cercano o más lejano a cada uno, pero siempre es un espacio político ¿no? El punto es que en ese sentido problematiza temas. ¿Vos adherís a esto? ¿Cuáles serían esos temas que plantea el teatro contemporáneo?

Si adhiero, para mí todo lo que hacemos es político. Y es propio de la época esta cuestión de los discursos lavados, como esta pretensión de un ciudadano apolítico, también es una posición política, macabra, pero lo es. Nosotros con “Situación de calle”, no es que “nos juntamos para…” sino que elegimos para llevar a la calle situaciones que a nosotros como ciudadanos nos preocupan, nos atraviesan, si se podía desde el humor o sino desde otros abordajes pero cosas que puedan parecer banales como un inodoro que fue una de las primeras intervenciones que hicimos, que era el trono. Empezamos jugando, porque resulta que hay una efeméride, hay un día internacional del inodoro y después nos dimos cuenta en la investigación previa, mientras elaborábamos la propuesta, de que es un bien al cual muchos no tienen acceso y que sin embargo, en la humanidad hay un antes y un después del inodoro porque implicó un cambio en la calidad de vida, en la propagación de enfermedades y demás, con más razón nos cerramos a esa propuesta que empezó jugando. Otra de las propuesta que hicimos fue un homenaje a los obreros de la construcción que cayeron del edificio y perdieron sus vidas y que no fueron los únicos, y que eso siguió pasando, y también un reproche a estas políticas que no cuidan a los empleados. “Situación de calle” tiene esa impronta. También trabajamos sobre la precarización laboral y explotación de la mujer, tanto de la prostitución y la trata, como en los lugares clandestinos como en los talleres. No estoy en contra del teatro pasatista o de entretenimiento, creo que también necesitamos relajarnos un poco y reírnos ¿no? pero tampoco me olvido por mi edad que nuestro país ha tenido grandes humoristas que nos han hecho pensar, se me viene a la mente Tato Bores por ejemplo. No es necesario separar tanto, creo que es importante lo que digamos en escena.

Es increíble que estamos conversando tres días después de que se conoció la noticia de que esa causa de los obreros va a juicio en noviembre. El teatro sigue produciendo sentido desde otro lugar.

Me acuerdo, tengo muy viva la imagen de que estábamos tomando una gaseosa con Sergio y con Viviana a la salida de una función de la Biblioteca Mariño. Sergio que ha trabajado muchas veces en la construcción, estaba muy sentido, muy dolido y bueno la volvimos a repetir en su momento, aggiornada porque es algo que lamentablemente sigue pasando. Es también un mea culpa como artista, ¿Cuánto nos ocupamos los artistas de estas problemáticas sociales? Yo a veces siento que tendría que ser más mi intervención desde el arte, porque desde otro lugar por ahí no tengo herramientas. La escuela como un lugar de invitar a los chicos a pensar, pero no sé, en el caso que mencionas de los obreros, Alejandro Pizarro hizo un mural, pero y después…tampoco es un echar la culpa, sino es un entender que hay todo un mecanismo más grande que nosotros y que tiende de alguna forma a insensibilizarnos, a alienarnos de lo que pasa alrededor que a veces es tan terrible que nos cuesta, aún a los artistas que supuestamente tenemos como cierta sensibilidad o a los que trabajamos con el arte.

Hablando de la sensibilidad del artista, contanos de tu primer libro de poesía “Raspones de Minotaura”, que editó Moglia hace poco, que es algo más personal que lo colectivo del teatro, pero que también refleja mucho todas estas cuestiones. ¿Te sentís más cómoda en la poesía que en la dramaturgia o como lo vivís?

“Raspones de Minotaura” si es una cuestión más individual, tuve la suerte de trabajar junto con Evelín Bochle que es una persona a la cual yo admiro muchísimo, que es la directora de la colección “Como el agua”; y en esta primera tirada de la colección, sale mi libro junto con el libro de Rosalía Montenegro “Sobre un carrusel de barro”. Y la verdad que para mí fue una experiencia muy linda el poder transitar esta cuestión del primer hijo, del primer libro, junto con estas dos mujeres que son para mí grandiosas. Si bien es verdad que las voces de alguna forma son individuales, pero sí hay una cuestión de trabajo en conjunto que para mí fue súper valiosa, una libertad absoluta también desde la editorial, respecto a lo que queríamos publicar, un acompañamiento amoroso y cuidado de Evelín, a lo largo de todo el proceso. Y no sé si me siento más cómoda en una y en otra, son como dos cuestiones que mi persona necesita. Siento sí que en la dramaturgia tengo que seguir trabajando, de hecho en la poesía también, pero digo que “ando atrás de una dramaturgia que se me escapa”, pero bueno en ese ir atrás de esa dramaturgia que se me escapa salen algunas poesías, así que es un lindo recorrido digamos.

¿Por qué se llama “Raspones de Minotaura”?

Primero yo había pensado en “Nanas de Minotaura”, pensando en “¿te hiciste nana, te lastimaste?”, pero como la palabra nanas hace referencia también a las canciones de cuna, lo cambie por raspones y porque es una Minotaura con raspones. Esta cuestión de los laberintos en los cuales a veces me he sentido o me siento, esta cuestión de la monstrua…hay un poema que me encanta mucho que es de la Susy Shock que dice “reivindico mi derecho a ser un monstruo”, y yo he sentido la necesidad muchas veces de reivindicar mi derecho a ser un monstruo.

La idea occidental es Minotauro, por lo tanto llamarla Minotaura es una postura también.

También, totalmente sí. La tapa me la hizo Laura Simón, una ilustradora de la zona y se ven los pies de una mujer entre “las costillas de Adán”, así se llaman las plantas que dibujó Laura. Sí esta mujer que se amiga un poco con su monstrua, que acepta su laberinto pero tampoco se quiere quedar encerrada ahí.




Esta entrevista la realizaron Natalia Schejter y Carlos Lezcano para "Todos los vientos", programa de la Radio de la UNNE y fue publicada en el Diario El Litoral el 8 de noviembre de 2020

Más información:

Actualmente pueden escucharse dos obras de teatro autoría de Laura Virgile en formato virtual y telefónico. 

La primera es "Souvenir Epistolar" en el marco “Ciclo de teatro leído” de obras escritas en el Taller de dramaturgía de Gladis Gómez. Puede verse y escucharse en el Facebook de la Fundación Cultural del Acuífero Guaraní. La dirección de Gladis Gómez y el elenco está conformado por Lourdes Alegre Borsini, Florencia Terraes y Gastón Pérez. 

La segunda propuesta en cartel es “Paredes Infinitas”, una experiencia de escucha teatral telefónica. La dramaturgia también es de Laura Virgile y la dirección de Marianela Iglesia; actúan ellas dos, Rosario Ganora y Florencia Terraes. Las funciones son los sábados de noviembre a las 19 hs, 19.30 hs y 20 hs. La entrada es individual, consta de una llamada telefónica de una actriz, para un solo oyente y se adquiere vía Alternativa Teatral o en el Instagram del proyecto.




Comentarios

Publicar un comentario