Entrevista a María Esther Aguirre: “El teatro me da vida”
¿Qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?. Conversar
con María Esther Aguirre nos pone ante un dilema parecido. En este caso la pregunta sería: ¿hago teatro porque
tengo vida o el teatro es quien me da vida?
La respuesta de la actriz es un
unipersonal que escribió, dirige y actúa: “La Polaquita. Guaynita rubia
tataré”. Una obra de teatro que conmueve y atrapa, como una abuela o una madre
contando los mejores cuentos y dejando a sus oyentes -en este caso
espectadores- obnubilados. Su presencia escénica denota 50 años de oficio
teatral y en su mirada se transmite la emoción de esta obra que es un homenaje
a la vida en todos sus sentidos y manifestaciones más ondas.
Cuenta la historia de la
Polaquita, un personaje de ficción inspirado en su propia biografía. Aparecen
desde sus recuerdos de la niñez hasta un homenaje a la sala de teatro de la
Biblioteca Mariño, inaugurada por el Teatro Del Guarán, grupo del cual es
cofundadora y quienes están cumpliendo 40 años de antigüedad. El estreno de La
Polaquita contiene un cúmulo de historias por donde se lo mire, las de ficción,
y las otras también.
La obra va contando progresivamente
la vida de La Polaquita, empezando por los recuerdos con su madre en su pueblo,
y los diferentes aspectos de su vida en la ciudad, con el ritmo aristotélico de
principio, medio y fin; aunque a su vez, cada fragmento de cada etapa y
anécdota que comparte, son como cuentos en sí mismos. Una narración hecha de
fragmentos que discurren en una linealidad histórica.
La palabra ilumina esta obra que
el grupo de teatro Del Guarán llama “espectáculo de teatro cuento” y algunos
teóricos teatrales llamarían “teatro-narración”. Es una interesante fusión
entre un loable rescate de la narración oral tradicional, el arte de los cuenta
cuentos y la representación teatral.
Las luces acompañan amorosamente
sus desplazamientos por el escenario generando el clima intimista que merecen
estos cuentos. Entre uno y otro, canta canciones que recuerdan su infancia y la
infancia de más de un espectador.
Una de las cosas más bellas del
espectáculo es que estos pequeños cuentos concatenados son precedidos por diversos
cambios de vestuario en escena. Lejos de la opulencia, cada vestido que utiliza
la Polaquita es un pequeño poema al que se lo puede apreciar como un sencillo y
lindo vestuario o llenarlo de sentidos narrativos. Así, estos cinco vestuarios
diferentes, marcan los cambios de escena de la obra y de la vida de la
protagonista. El vestido contribuye al arte de reinventarse a sí mismo y de
transformarse, en el caso de La Polaquita contribuye también como escenografía
captando toda la atención allí y en la palabra.
En la mesa de “Todos los vientos”
de Radio UNNE la palabra es la protagonista, como en la obra de María Esther,
nos gusta escucharnos, rememorar historias, reflexionar sobre el teatro, y las
más diversas disciplinas, la charla que tuvimos con ella nos llevó al punto exacto
de donde nacen el arte, la vida misma, el impulso vital.
- Esta obra es autobiográfica, en ese sentido entendemos quien es la
Polaquita, la guaynita rubia, pero ¿qué es tataré?
- Tataré es un árbol, que tiene
la flor amarilla y que se supone que antaño, cubría los montes correntinos de
amarillo, supongo que por ahí viene la cuestión. Pero decir “rubia tataré” o
“rubio tataré” en la escuela era de alguna manera un bullying en mi niñez. Si me decían rubia tataré era distintivo, sos
distinta, no sos igual.
- ¿Dónde pasaste tu
infancia?
- En Loreto
- ¿Eras La rubia?
- No era la única rubia, alguien
sembró de rubios el pueblo.
- ¿Quién es la Polaquita?
- Es un personaje que tiene una
vida muy particular. Es una mujer correntina que de alguna manera sufre los
avatares de toda su infancia. Y bueno la historia llega hasta una determinada
edad, prácticamente a la adultez, casi a la tercera edad. Y transita por los
recuerdos de su infancia, todo lo que sea memoria de su infancia, a nivel
familiar, y después quedan muy marcados los relatos que escucho en su niñez. A esos
ella se refiere y de alguna manera también va contando parte de su vida, porque
es lo que experimentó, lo que ella escuchó, lo que a ella le marcó. Después está
el tema de su vida personal, en el que aparentemente estaba todo normal en su
vida, todo bien armado, ella descubre una mentira de su propia familia y eso la
marca y la cambia totalmente. Está prácticamente al límite de perder su
equilibrio. Y cambia de vida, era una persona que se dedicaba a coser, ella
dice que era modista de “alta costura”. Y en algún momento cuando se entera de
esa mentira que fue terminal en su vida, tira todo, deja todo y se pone a abrir
las puertas de los autos en una esquina. Creo que a mí se me dio la oportunidad,
con esta obra de homenajear, parte a mi pueblo, y en parte de la ciudad en la
que vivo. Y los lugares que recorrí también.
- Hablaste de los recuerdos, de la memoria, y parece que esta obra es
como reivindicar la historia oral, que es algo tan importante en los pueblos, y
parece que se va perdiendo, pero sigue existiendo.
- Supongo que en los campos, en
las localidades pequeñas debe seguir existiendo, aunque no olvidemos que la
televisión ha cortado mucho todo eso, porque hoy la televisión está presente en
todos los lugares y es la que corta esa relación, ese momento de la intimidad
de las familiar, de sentarse a hablar de cosas perdidas, de los famosos
aparecidos, por ejemplo acá en Corrientes.
- ¿Cuánto de ficción y cuanto de real hay en esto que haces?
- Hay un porcentaje muy alto, en
cuanto a la presencia de hechos reales, está la memoria de lo escuchado. Real o
no muchas de las cosas que están presentes ahí son las que yo escuché, no es
otra cosa y es lo que yo quise rescatar.
- ¿Es la primera obra
que escribís?
- No es la primera vez, varias
veces hice un garabato de dramaturgia y creo esta es la cuarta o la quinta. Tengo
algunos relatos recurrentes, tengo algunas cuestiones que repito. Yo empecé
hace bastante con el tema de “las ciudades cuentan su historia”, que fue una
muy buena experiencia que se vivió a nivel nacional en la época de Lito Cruz (estoy
hablando de los años 90). Había propuesto que las localidades, con un grupo de
teatro comunitario, cuenten las historias de su pueblo. En esa época Ángel
Quintela estaba de representante del Instituto Nacional del Teatro. El proyecto
era trabajar con un músico, un director de teatro, un autor y una bailarina o
un coreógrafo, y fui a San Miguel, y allí hice “San Miguel cuenta su historia”,
que fue un trabajo hermosísimo, llegamos a tener más de 60 personas en el
escenario, un trabajo muy interesante desde la movilización que se produce en
el pueblo.
- El teatro es un hecho colectivo….
- Si, esa fue una experiencia muy
linda, muy rica que se basaba toda en la historia del lugar, porque las
historias de estos pueblos, tanto San Miguel como Loreto, son muy importantes,
muy especiales. No son pueblos como el resto de los pueblos de la provincia, sino
son originados a partir de los pueblos misioneros, entonces tienen toda una
particularidad porque era justamente el éxodo lo que habíamos jugado teatralmente
digamos ahí. El éxodo de parte del pueblo misionero que se vino y se radico en
esa zona.
- O sea ya tiene una teatralidad ….
- Si, después hice otros
trabajos, trabajé con lo del Karãu, me propuse hacer lo que ocurrió antes de
que se enferme la madre del Karãu y creé el motivo. Y ahí hicimos un trabajo,
ese si fue un trabajo impresionante porque la gente se involucró también,
tuvimos música en escena, la serenata se daba en escena y era muy bueno. Ese
tipo de cuestiones no se realizaron más ni en Corrientes, ni en el país, es una
lástima que se haya perdido; quizá el teatro ya está en otro nivel, pero yo
creo que en localidades pequeñas es necesario hacer ese tipo de trabajos.
- Ese vínculo con la localidad pequeña que mencionas, ¿es la génesis de
cómo vos llegas a la Polaquita?
- No, en realidad lo de la
Polaquita viene de una necesidad de rescatar esas cuestiones que yo las tenía
internalizadas, porque las escuché siempre, las viví y no quería que se pierdan.
De alguna manera yo tenía que manifestarlas, la tenía dando vueltas y no le
daba forma, lo conversé con compañeros en algún momento, la preocupación que tenía
tiene que ver con eso que decíamos hace un rato, que se pierde la oralidad, se
pierde eso de trasladar lo que ha escuchado el abuelo, la abuela, a los nietos,
los hijos, que por ahí hay movimientos en este momento de gente que esta con
eso de los cuenta-cuentos. Hay un movimiento que esta bueno que se dé. Además creo
que este tipo de cosas puede servir también para que en otras localidades, a otros
creadores se les prenda un poco la idea y empiecen a hurgar, porque todos
tenemos esas cuestiones que son como tesoros y que a veces no se cuentan y se
van perdiendo. Creo que eso es lo que hay que rescatar.
- Dijiste que el personaje de la Polaquita es una modista, y los vestuarios
de la obra son como tesoros que van apareciendo de forma muy hermosa. Contanos sobre
el vestuario, ¿lo hiciste vos?
- Si, lo creé yo con ayuda de una
señora que me fue haciendo las costuras donde le iba señalando y algunas cosas
las hice yo y las sigo haciendo porque hay que seguir cuidando, hay que seguir
conservando, hilito que se cortó, hay que volver a poner.
- ¿Y lo creaste mientras escribías acompañando cada escena o apareció
después?
- No, en realidad todo se
movilizó a partir de los ensayos. Desde el momento que empezó a moverse la
Polaquita empecé a sentir la necesidad de una cosa, de otra de otra y ahí
empezó a surgir todo.
- ¿Cómo elegiste la música de la obra?
- Son selecciones de canciones
que yo escuche en mi infancia, que tenía marcadas, eran las típicas canciones
de los chamame tradicionales, los que hoy casi no se escuchan, me fue muy
difícil seleccionarlas porque la mayoría de las letras tienen que ver con el
amor y buscaba siempre eludir el tema del amor. Porque en este caso no tenía
nada que ver, sino más bien eran los recuerdos, los lugares, los espacios.
- A mí me da vida. Hace casi 50
años que estoy con esto. Siempre en paralelo con mi vida familiar y mi vida
laboral, trabajaba en el estado y mientras tanto hacia teatro. Nosotros siempre
hacemos doblete, a la mañana éramos empleados públicos y a la tarde nos
transformábamos en lobizones. Este espectáculo surgió, tomó fuerza y tomé la
decisión de hacerlo antes que pase el tiempo. A raíz de un problema de salud,
me operé y al año de esa operación tremenda, bueno todavía estaba viva y había
que festejarlo. Y ahí entre a darle forma y empecé un poco con algunos ensayos
y al año siguiente hice un ensayo privado, y después ya este año me animé a
lanzarlo. Es la primera vez que hago un espectáculo donde estoy reuniendo las
tres responsabilidade: la de dramaturgia, dirección y actuación, digamos que me
tomé el atrevimiento, dije es ahora o nunca. Por eso digo festejar la vida.
- Si tuvieramos que ponerle título a la nota diríamos que para vos el
teatro es la celebración de la vida. Así lo vivís, pero ¿no te cansa?
- El teatro en sí no, lo que cansa por ahí es todo lo que
hay que hacer para poder hacer teatro. Yo de última ya renegué de la gestión
cultural. Ahora por ejemplo, estoy feliz, lo único que hago es La Polaquita,
otra cosa no hago.
40° Aniversario del grupo Teatro del Guarán. Agenda de festejos
El grupo de teatro del Guarán, fue fundado el 21 de
diciembre de 1979 por un grupo de alumnos egresados de la carrera de Formación
Actoral dictada por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Corrientes.
Algunos de los docentes de esa formación fueron Dante Cena y Carlos Schwaderer;
y los miembros fundadores del flamante grupo independiente de teatro Ángel
Quintela, María Esther Aguirre, Raúl Sorabella, Margarita Saucedo, Alicia
Fernández, Norma Rosa Saucedo, María Angélica Sáenz Cavia, Horacio Tourte y
Ricardo Klein. La próxima semana cumplen 40 años de trabajo ininterrumpido y
para celebrarlo preparan una amplia agenda de festejos. El 19 de diciembre
desde las 18,30 en el Museo Provincial de Bellas Artes el Instituto de Cultura
de la Provincia de Corrientes realizará un acto en homenaje a los Fundadores.
El 20 de diciembre realizarán una cena show en Gral Paz 350, las tarjetas se
solicitan a miembros del grupo con anticipación. Y el sábado 21 de diciembre
realizarán una maratón teatral a precios populares ($50 cada función) en la
casa del Teatro del Guarán, fundada en 1990, la Sala de teatro de la Biblioteca
Mariño (Santa Fe 847) seguida por brindis y festejo. A las 19 hs “La Polaquita,
guaynita rubia tataré” escrita y dirigida por María Esther Aguirre. A las 20 hs
“El tiempo de las mandarinas” de Rafael Nofal, dirigida por Rocío Gurás. Y a
las 22 hs “Los perros” de Carlos Schwaderer, dirigida por Ángel Quintela.
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