Las hijas idiotas: Una mirada comprometida sobre el descompromiso social
El grupo
chaqueño “Los del Callejón” lleva 11 años de trabajo y sus roles dentro del
grupo van rotando. Es así que en el año 2013 Víctor Cardozo, que venía asumiendo
el rol de director en las obras “Inverosímil”
y “Recoveco chino”, expresó a sus
compañeros sus ganas de volver a actuar, y la actriz Luisella Manzone aceptó el
desafío de dirigir. En el Encuentro Regional de Teatro de 2006, Luisella había asistido
a la puesta en escena del grupo correntino Raíces de “Las Hijas Idiotas”, dirigida en esa oportunidad por su dramaturgo
Luigi Serradori, y se había quedado encantada con el texto dramático. Cuando
aceptó el rol de directora en su grupo, no dudó ni un momento de que ese era el
texto que ella llevaría a escena, y a pesar de que sus protagonistas son dos
mujeres, sus compañeros aceptaron la propuesta. La decisión fue la acertada y
derivó en una contundente puesta en escena grotesca.

El entorno asfixiante
construido por el poder, la corrupción y los medios de comunicación, las marginan
y las torna miserables. Pero, ¿cuánta miseria puede caber en dos “inocentes”
jóvenes de buen pasar? Durante toda la puesta la realidad se mezcla con la
fantasía de las protagonistas, el poder con la desgracia, y el desinterés social reina,
porque como ellas mismas dirán: “Somos la
generación del olvido, nos cagamos en todo”.
Como indica
explícitamente la cita anterior, la obra es una crítica a una franja etaria de
la sociedad. Pero esta generación es fruto de un contexto, de una sociedad. Así
también, el trasfondo del compromiso crítico del texto está en la reflexión
sobre un período de nuestro país al que la puesta en escena suscribe,
ambientando la escenografía en la década de 1990. Esta elección, está inscripta
en los objetos (los dispositivos tecnológicos típicos de aquella época y la
revista “Gente” con la foto de María Julia Alsogaray en tapa).
A pesar de
esta ambientación, la temporalidad es ambigua, rasgo que sustenta la riqueza
del texto ya que los cruces permiten construir una crítica histórica compleja,
y que la interpretación sea amplia. Dicho esto, cabe mencionar la referencia al
estallido de la crisis de 2001 casi explicitada en la voz en off del locutor de la televisión;
personaje que no aparece en escena pero que tiene un rol clave en el desarrollo
narrativo. Otro personaje con las mismas
características que el locutor-narrador es el de la abuela. Entre otras cosas simboliza
a las Madres de Plaza de Mayo y a su inesperado devenir de madres y amas de
casa en las luchadoras más admirables del mundo.
Por otro lado,
hay una clara fragmentación entre la temporalidad múltiple del contexto social,
y una fuerte atemporalidad en el cuerpo, condensada en la psicología de los
personajes. Este aspecto aparece en el propio discurso: primero Marilú y
Clarilú amanecen, luego llama por celular la abuela y dice que el abuelo duerme
y ellas le dicen “vení que nos desvelamos” como si fuera la mitad de la noche.
Esta idea atemporal se refuerza en el vestuario y la ropa de cama. Bata blanca,
camisones pulcros, medias con volados, puntillas blancas, sin tiempo ni moda
más que la del ser burgués. En términos brechtianos, el Gestus social está muy bien trabajado por los actores a
lo largo de toda la puesta: limarse las uñas, acostarse boca abajo y sacudir
las piernas cual adolescente, tomar el té, acomodarse permanentemente el pelo y
la ropa, mano en la boca para marcar susto o sorpresa y atender el teléfono en
inglés: “I’m Marilú”.
El protagonismo
del travestismo de las hermanas funciona como eje
conductor de la comicidad de esta puesta en escena grotesca, género en el que
el grupo Los del Callejón, tienen considerable experiencia ya que lo trabajaron
en su obra de creación colectiva “El
Recoveco Chino” (2010).
“Las Hijas Idiotas” fue concebida por Serradori
inspirada en el contraste entre las imágenes televisivas del estallido de la
crisis de 2001 y la reacción indiferente de su comunidad (La Culturosa, año 2). Los del Callejón llevan 2 años presentándola
en la región. Y parece que su compromiso crítico está vigente en el momento
histórico que se monte, porque el texto dramático contempla muchos aspectos de
la complejidad de nuestra historia reciente como país y porque a decir de Jorge
Ricci: “Para este país, el grotesco es un traje a medida, un cuenco perfecto,
las dos caras de la única moneda que corre de mano a mano desde hace mucho
tiempo”.
Cabe destacar
que la fuerza de la puesta no sería la misma sin el elemento primordial del
travestismo de los actores, signo ambiguo que oscila entre la mostración y ocultamiento, acentuando tanto los rasgos
que dejan latente el desenlace policial de esta ficción, como el efecto cómico
que desacraliza y permite distanciarse, reflexionar y, en el mejor de los casos,
transforma.
Referencias bibliográficas
Entrevista a Luigi
Serradori: Una mordidita no… ¡un tarascón! La Culturosa, año 2 – n.°5, 12-15.
Ricci, J. (2007, sep.-dic.).
Repasando el grotesco. Picadero. Recuperado
de http://inteatro.gob.ar/Files/Publicaciones/52/picadero20.pdf
Ficha técnico-artística
Producción general: grupo Los del
Callejón
Dirección: Luisella Manzone
Actores: Federico Oberti, Víctor
Cardozo y Pablo Toledo
Diseño escenográfico y vestuario:
Luisella Manzone
Realización escenográfica: Federico
Oberti
Diseño de iluminación: Víctor Cardozo
y José María Aguilera
Musicalización: Cristian Cochia
Diseño gráfico: Fernando Carlés
Fotografía de programa: Maia Alcire
Operación de sonido: Silvina Suárez
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